A pesar de que no existe evidencia alguna que permita pensar en un cambio drástico en la política exterior del Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el sector palmero colombiano, si deben tenerse en cuenta algunos elementos que darán un énfasis diferente. Biden inició su discurso y agenda política de los próximos cuatro años en EE. UU., enfatizando la necesidad de replantearse la conservación del medioambiente y los procesos que lo destruyen, lo que impondrá nuevos estándares en las relaciones comerciales y en la negociación de productos que generen impactos al medioambiente.
Una de las primeras decisiones de Biden fue nombrar al Ex Secretario de Estado John Kerry como Delegado Especial para el Medioambiente, encargado de llevar adelante las políticas para prevenir y combatir el cambio climático. Kerry además ocupará un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) por lo que se espera que el tema climático sea de gran importancia para la administración Biden.
El gobierno Biden entra con una óptica negativa acerca de los combustibles fósiles. De hecho, en su campaña electoral se comprometió a eliminar de manera gradual los combustibles fósiles. Esto podría convertirse en un aspecto positivo y una oportunidad para Colombia y el sector palmero, en tanto que el biodiésel de palma se considera como un combustible renovable y más amigable con el medioambiente.
No obstante, también se tendrán nuevas prioridades que, a su vez, pueden generar algunos tipos de presión para el sector palmero colombiano (que ha sido reconocido por las autoridades estadounidenses, por lo menos desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre los dos países). Así, serán dos los temas centrales. De un lado, los laborales, que ya venía siendo trabajado por, entre otros, el Plan de Acción desde el gobierno de Barack Obama. Es muy posible que se propenda por una mayor revisión de estos temas, entre otros, porque la visión comercial de Estados Unidos ahora tiende hacia el proteccionismo y, en el caso de Biden, se hace énfasis en la competencia “justa” por parte de sus socios comerciales.
Del otro lado, como ya se mencionó, el medioambiente va a ser un punto prioritario de la administración Biden y, por lo tanto, tendrá ramificaciones en todas las dimensiones de su acción internacional y en las relaciones bilaterales. Es necesario prepararse para hacer visibles los esfuerzos que el sector palmero ha hecho en favor de la sostenibilidad.
Qué la administración Biden esté de acuerdo con el cuidado del medioambiente puede considerarse como una gran ventana de oportunidad para posicionar el aceite de palma sostenible colombiano en los mercados de Estados Unidos; sin embargo, hay que hacer una buena tarea por visibilizar a la opinión pública los esfuerzos por lograr un equilibrio entre la producción del aceite de palma y la sostenibilidad del medioambiente. Se debe mostrar, tanto en Colombia como en el mundo que la producción y consumo de aceite de palma y la sostenibilidad ambiental van de la mano.
Si los esfuerzos de sostenibilidad pueden verse reflejados en mayor capacidad de penetración de la palma colombiana en el mercado estadounidense, eso depende más del tipo de relaciones comerciales que el sector palmero colombiano puede desarrollar con ese país y con los sectores con capacidad de incidencia en el gobierno y en el Congreso, posicionando que el sector palmero no solo produce de forma sostenible y genera empleos, sino que hace encadenamientos con pequeños productores, compra cosechas anticipadas, promueve emprendimientos y, que en general, sus actividades impactan positivamente en los territorios y comunidades.
Específicamente, del lado de la acción del gobierno federal, habría que revisar cómo las consideraciones ambientales pueden facilitar más el ingreso de este producto y sus derivados. Pero eso no es tan claro. Es posible, sin embargo, que el compromiso de los palmeros con la sostenibilidad se vea reflejado en una capacidad incrementada de recibir recursos de cooperación internacional por parte de entidades específicas del gobierno federal y para proyectos puntuales.
Una labor a la que deben contribuir tanto los palmeros como otros sectores colombianos es insistir en que mantener la apertura comercial entre los dos países es el mejor tipo de ayuda. Si Estados Unidos cede a las tendencias proteccionistas, eso podría impactar negativamente en las perspectivas de desarrollo, no solo del sector, sino del país. Es importante que esto se haga, además, mostrando los avances tanto en temas laborales como ambientales por parte del sector y su relación con el tratado de libre comercio. Por último, debe insistirse en el efecto positivo que tiene un sector como el palmero en la reducción de la violencia en Colombia.