Información del sector palmero colombiano - Fedepalma

Reserva de carbono en el cultivo de palma de aceite

El cultivo de la palma de aceite contribuye al aumento de las reservas de carbono en la agricultura. Foto: archivo Fedepalma.
Por:

David Arturo Munar Flórez.
Nidia Elizabeth Ramírez Contreras.
Diana Catalina Chaparro Triana.
Jesús Alberto García Núñez.

Programa de Procesamiento, área Biorrefinería y Sostenibilidad, Cenipalma.


Las reservas de carbono en la naturaleza se refieren a la cantidad de carbono almacenado en un ecosistema y son fundamentales en la regulación del clima; estas se reportan en unidades de masa de carbono por hectárea (tC/ha). Existen cuatro tipos: carbono atmosférico, carbono del suelo, carbono oceánico y carbono en seres vivos y necromasa (Hairiah et al., 2010). Cuando este se almacena en los ecosistemas, se elimina el CO2 de la atmósfera y se mitiga el calentamiento global por la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pero cuando se liberan las reservas de carbono a la atmósfera por deforestación, cambios en el uso de la tierra y otras actividades humanas, la cantidad de GEI aumenta (IPCC, 2022)

En Colombia, el sector palmicultor es relevante en la producción de materias primas para la industria alimentaria y de bioenergía, la palma de aceite es un cultivo perenne altamente productivo y versátil que contribuye al aumento de las reservas de carbono en la agricultura. Para estimar su contenido de carbono en el país, es necesario establecer el balance de carbono de los cultivos de palma y su efecto a largo plazo en las emisiones de GEI y captura de carbono, considerando factores como la edad, el tipo de cultivar, la densidad de siembra, la zona palmera, las prácticas de manejo agronómico y la composición de especies acompañantes (Ramos et al., 2018). El estado actual de las reservas de carbono del cultivo de palma de aceite varía según estudios internacionales, por ejemplo, algunas estimaciones sugieren valores de 129 t C/ha (aprox. 50% del C que almacena una selva tropical) (Castanheira y Freire, 2013), mientras que otros lo estiman en 113 t C/ha (Rivera-Méndez et al., 2017) 

En el cultivo de palma, el carbono es almacenado en los estípites, las hojas, el suelo, las raíces y la vegetación acompañante (coberturas, nectaríferas y sotobosque). Los métodos de medición implican análisis destructivos, que se aplican principalmente a cultivos maduros, ya que involucra la remoción total de la palma (Khoon et al., 2019) y, no destructivos, que se basan en medidas vegetativas y en suelo, así como en ecuaciones alométricas, lo que permite evaluar el contenido de carbono sin afectar la palma. El contendido de carbono de la palma es variable (Tabla 1), por lo tanto, se debe tener precaución al realizar análisis comparativos de las reservas de carbono o al tomar valores de referencia para el desarrollo de cálculos. 

EstudioAlmacenamiento de carbono (tC/ha)DescripciónReferencia
1129 Plantación madura de palma de aceite, estimación de la biomasa en pie y el contenido de C en el suelo (Castanheira y Freire, 2013)
2113 Edad de cultivo de 22 años, se usa la máxima acumulación de biomasa y 45% de contenido de C en la biomasa (Rivera-Méndez et al., 2017)
380, 46 Edad de cultivo de 11 años, se cuantifica la biomasa en pie y el contenido de C en el suelo hasta una profundidad de 40 cm (Singh et al., 2018)
472,1 Edad de cultivo de 29 años, se cuantifica la biomasa en pie (Khoon et al., 2019)
577,2 Edad de cultivo de 30 años, se cuantifica la biomasa en pie y las raíces a una profundidad de 5m (Syahrinudin, 2005)
699,18 Edad de cultivo de 10 años, se cuantifica biomasa en pie y C en el suelo (Ramos et al., 2018)
742 Biomasa en pie: edad de cultivo de 5 años
4 Contenido de C en raíces (Novita et al., 2021)
847 Contenido de C en el suelo, profundidad: 0-15, 15-30 y 30-47 cm
893 C total incluyendo biomasa en pie y C del suelo

Autores reportan reservas de carbono cercanas a 42 tC/ha para cultivos de 5 años y 74 tC/ha en cultivos de 30 años (Khoon et al., 2019; Novita et al., 2021; Syahrinudin, 2005). La Figura 1 muestra el contenido de carbono (tC/ha) para diferentes edades del cultivo en Sumatra (Syahrinudin, 2005). Para una palma de 30 años, el estípite aporta 52% del carbono, mientras que 19% proviene de las raíces y 13% del raquis de la hoja. A los 3 años, la palma contiene 5 tC/ha, mientras que a los 30 años alcanza los 77 tC/ha. Sin embargo, para determinar el uso posible de los 77 tC/ha como reserva de carbono, es necesario cuantificar el contenido de carbono orgánico del suelo (COS). Por ejemplo, en un cultivo de 10 años, las reservas de carbono son de 99,18 tC/ha, donde 40,98 y 58,20 tC/ha corresponden al contenido de carbono de la biomasa por encima y por debajo del suelo, respectivamente (Ramos et al., 2018). Estos resultados indican que se pueden utilizar valores cercanos a 113 o 129 tC/ha para edades adultas, pero es necesario validarlos en campo.

Figura 1. Contenido de C en la biomasa por encima y por debajo del suelo para cuatro edades de cultivo, palma de aceite en Sumatra, Indonesia. Tomado y adaptado de (Syahrinudin, 2005). 

Si las emisiones de GEI del aceite de palma son mayores que las absorciones debido a los cambios en el uso de la tierra y las prácticas agrícolas, esto afectaría su potencial como fuente de bioenergía y de reservas de carbono. Para lograr una agroindustria neutra en carbono, las empresas deben adoptar mejores prácticas para reducir sus emisiones de GEI, incluyendo la reforestación, captura de biogás, prácticas bajas en carbono e inversión en proyectos de compensación. Es así como, la producción de aceite de palma de bajas emisiones permite disminuir la huella de carbono de los productos derivados de la industria alimentaria, oleoquímica y de combustibles, y la generación de bioenergía con aceite de palma puede contribuir a descarbonizar la economía y mitigar el cambio climático al reducir la necesidad de combustibles fósiles. 

El almacenamiento de carbono es importante para la estimación de emisiones de GEI del sector palmero. Por lo tanto, es necesario enfocar esfuerzos y alianzas para su medición en campo y tener un estimado para los cultivos de Colombia. Además, gestionar y proteger las reservas de carbono dentro de las plantaciones y reducir las emisiones de GEI permitirá responder a los retos del cambio climático. Para lograrlo, la planificación, el diseño y el manejo de los cultivos debe centrarse en la implementación de estrategias y buenas prácticas que protejan la biodiversidad y los ecosistemas, y contribuyan al aumento de la productividad. Esto se puede lograr a través de la gestión sostenible de los recursos, la protección de áreas de alto valor de conservación (AVC) y prácticas mejoradas de uso de la tierra.  

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