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El poder de la constancia

Gumersindo Serge, un ejemplo de constancia

En 2002 Gumersindo Serge sembró sus primeras seis hectáreas de palma.

Colombia es un país con infinitas posibilidades agrícolas y sembrar palma es una de ellas. Por eso en cada zona encontramos palmicultores líderes, quienes, gracias al excelente manejo de sus cultivos, se han convertido en extensionistas: mediante su ejemplo estimulan la adopción de tecnologías adecuadas para que todo el país evidencie los beneficios de la implementación de las mejores prácticas agrícolas (MPA) en sus fincas.

Uno de ellos es “don Gumer”, como le dicen sus allegados, quien vive en el corregimiento de Guacamayal, municipio de Zona Bananera (Magdalena), y es propietario de la finca La Evita, en donde posee nueve hectáreas sembradas con palma de aceite.

Gumersindo Serge lleva más de 18 años trabajando de la mano de la Extractora El Roble S. A. S. Así, gracias a la implementación de las MPA, fué considerado uno de los más exitosos palmicultores de la Zona Norte.

Fue a comienzos de 2002 cuando don Gumer sembró sus primeras seis hectáreas; pero solo hasta 2011 decidió ser parte del proyecto Cerrando Brechas de Productividad, liderado por Cenipalma y la Extractora El Roble S. A. S., y las cosas comenzaron a cambiar.

Para este proyecto se requería que un productor líder se convirtiera en modelo de la implementación de MPA para que luego, al evidenciar los resultados, pudiese compartir sus experiencias con sus vecinos y colegas. Y así lo hizo don Gumersindo. De esta manera, la productividad promedio de La Evita alcanzó las 29,2 toneladas, cabe aclarar que su productividad ha bajado en los últimos dos años por los casos de Pudrición del cogollo (PC) que se han presentado en su finca. 

Gumersindo Serge, gracias a la implementación de las MPA, fue considerado uno de los más exitosos palmicultores de la Zona Norte.

Don Gumer ama lo que hace. Vive a cinco minutos de su finca y todos los días, cuando llega, a eso de las 6:30 de la mañana, toma un poco de café, se pone sus botas y hace un recorrido minucioso por el cultivo para verificar el estado de cada palma.

“Soy el administrador, el capataz, el encargado de sanidad y del riego; realizo todas las funciones. Soy un convencido de que cuando uno ama su trabajo, no le importa el esfuerzo que deba hacer”.

El acompañamiento de Cenipalma y El Roble S. A. S. ha sido fundamental para él. “Yo siempre tomo medidas partiendo de las estrategias que ellos me enseñan; siempre estoy pendiente de mis palmas y las muestro con orgullo a quien quiera que venga a visitarnos”, ase-gura don Gumersindo.

Su mensaje es claro: “La palma de aceite es un cultivo agradecido que resiste descuidos agronómicos; sin embargo, si esta desatención es total cae en un estado en el que ninguna estrategia que se emprenda logrará generar una respuesta positiva”.

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