Por:
Juan Camilo Rey Sandoval, Investigador Asociado I, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía
Juan David Peña Roncancio, Estudiante Pasante, Área de Suelos y Nutrición, Programa de Agronomía
El mejoramiento de las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo (las cuales determinan su fertilidad) por medio de prácticas agronómicas es un aspecto de gran importancia, pues estas propiedades se relacionan con el almacenamiento y disponibilidad del agua, la dinámica de los nutrientes y los procesos biológicos que definen la nutrición de las plantas.
Al respecto, durante el proceso agroindustrial de la producción de aceite de palma se generan varios subproductos sólidos como los racimos vacíos o tusa y productos derivados como el biocarbón, el cual se obtiene por medio de la carbonización/pirólisis de la biomasa producida por el cultivo; de tal manera que, cuando estos subproductos son aplicados al suelo y reincorporados al sistema de producción como estrategia de economía circular y de sostenibilidad, pueden tener impactos positivos en la fertilidad del suelo (por su aporte nutricional o por su efecto enmendador) y en el crecimiento y la productividad del cultivo; además de efectos ambientales positivos como la reducción en la pérdida de nutrientes por lixiviación e incrementar la captura de carbono en el suelo.
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En este sentido, el uso de los subproductos generados en las plantas de beneficio de palma de aceite es actualmente una necesidad y una estrategia de aprovechamiento que añade valor a la cadena productiva y permite la reducción de la huella de carbono de la producción de aceite de palma crudo, además de mitigar los impactos negativos del cambio y la variabilidad climática; aspecto que toma relevancia cuando se considera que cerca del 75% de los suelos cultivados con palma de aceite en Colombia presentan baja fertilidad y que la situación actual respecto al costo y la incertidumbre de adquisición de los fertilizantes pone en riesgo el agronegocio palmero.
Los efectos positivos de la aplicación de biocarbón se presentan principalmente en suelos ácidos (pH < 5.0) en los que promueve el aumento en propiedades como el pH, la capacidad de intercambio catiónico, la disponibilidad de nutrientes como nitrógeno, fósforo, calcio y magnesio, y en cerca del 20% en la productividad de diversos cultivos cuando son empleadas dosis entre 21 y 30 t ha-1 en promedio. Además de lo anterior, se reportan reducciones entre 5 y 72% en la pérdida de nutrientes por lixiviación, mejora el ambiente para el crecimiento de bacterias y hongos benéficos en el suelo, la porosidad y el almacenamiento de agua y la captura de carbono estable (> 20 años), lo cual repercute, de manera general, en la mejora de la salud del suelo.
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En estudios realizados por Cenipalma en el que se evaluaron dosis crecientes de biocarbón de estípite de manera incorporada en el suelo, se evidenciaron aumentos significativos en el fósforo y potasio del suelo, así como la disminución de la acidez y el aluminio intercambiable, demostrando el potencial del biocarbón como alternativa de manejo para el incremento de la fertilidad del suelo; así como otros trabajos que relatan el potencial de secuestro de carbono y la aplicación del biocarbón como adsorbente de contaminantes.
Actualmente, Cenipalma se encuentra desarrollando recientemente un trabajo de investigación en la plantación Guaicaramo (municipio de Barranca de Upía, Meta) en el que se evalúa el efecto de dosis y formas de aplicación de biocarbón en la fertilidad del suelo y el cultivo de palma de aceite en etapa productiva. Dentro de las principales variables de interés se encuentran aquellas relacionadas con la química, la física y la biología del suelo, la captura de carbono, la lixiviación de nutrientes, la nutrición, el crecimiento y la productividad del cultivo.
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