Información del sector palmero colombiano - Fedepalma

Una institucionalidad gremial de talla mundial para conquistar, desde Colombia, el mundo de los aceites y las grasas

En junio, hace 32 años, con la instalación del XVI Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite inició mi labor como dirigente gremial del sector palmero colombiano. Mucho ha pasado en este tiempo, por tratarse de un sector dinámico, joven, en pleno desarrollo, que lleva alrededor de seis décadas desde que se establecieron las primeras plantaciones de palma africana en nuestro país, gracias a una iniciativa gubernamental orientada a suplir la falta de aceites vegetales de origen nacional.

Contar con un producto versátil con ventajas competitivas claras; el compromiso de los empresarios del sector; y el amor de los productores por el campo y su creencia en el valor gremial, que dio lugar a una construcción colectiva; fueron factores que siempre me hicieron confiar en el desarrollo de esta agroindustria. Esta confianza, y el convencimiento de que el potencial del sector solo podría aprovecharse con una orientación estratégica y un soporte institucional pertinente para gestionar sus necesidades y oportunidades, llevaron al desarrollo de la institucionalidad palmera que hoy conocemos y que constituye uno de los principales activos de la palmicultura colombiana.

Con creatividad, visión colectiva y decisión, este desarrollo institucional ha sido crucial para la generación y transferencia de conocimientos, tecnologías e información relevante, que impactan en la productividad, la sostenibilidad y la competitividad del cultivo y la agroindustria. De igual manera, ha impulsado el diseño y gestión de políticas e instrumentos orientados a crear un entorno más favorable para el sector, con el apoyo de un gremio que representa y defiende a los palmicultores, y propende por un negocio competitivo.

De la mano con los palmicultores, en estas poco más de tres décadas, hemos logrado la construcción de una institucionalidad gremial de talla mundial, fuerte, consolidada, moderna y funcional. Hoy día Fedepalma, Cenipalma y los instrumentos de la parafiscalidad palmera se han convertido en un referente para otros sectores en el ámbito nacional y para la palmicultura de otros países, especialmente en Latinoamérica. Y lo más importante, los propios palmicultores colombianos reconocen la gestión gremial como un incuestionable valor agregado para nuestro sector, como lo expresó en algún momento un destacado miembro de Fedepalma, al señalar que su empresa tenía un valor mucho mayor con la Federación, su organización y sus servicios, que sin ellos. Algo que resume lo que la acción gremial le ofrece y le reditúa a los empresarios y productores, sin importar su tamaño.

 

Un poco de historia

Para un mayor entendimiento de cómo se fue desarrollando la institucionalidad gremial palmera, es importante recordar algunos de los aspectos más relevantes de la historia del sector. En sus inicios, la generación pionera de los palmicultores, durante 20 años, adelantó directamente el trabajo gremial, posteriormente, conformó un equipo responsable de ejecutar las políticas y decisiones gremiales, para lo cual en 1982 designó su primer Director Ejecutivo, Antonio Guerra de la Espriella, mi antecesor. A mi llegada en 1989, la Federación contaba con unos 120 miembros afiliados, que representaban tres cuartas partes del área cultivada de entonces, se tenía organizado un servicio de comercialización de unos pocos insumos importados y, además, se había iniciado el trabajo investigativo técnico en algunos aspectos puntuales del cultivo con tres profesionales y se promovía la transferencia de tecnología mediante días de campo, publicaciones y eventos. Para ese entonces, el equipo de la Federación estaba conformado por ocho personas.

El sector comenzaba a transitar nuevamente por un ciclo de precios bajos. Luego de un periodo llamado por muchos de “años dorados”, el precio del aceite de palma había caído fuertemente, el proteccionismo económico gubernamental también estaba en jaque, las presiones por liberar el mercado de aceites y grasas estaban en su punto y muchas políticas de fomento se habían suspendido. Adicionalmente, se empezaban a generar crecientes excedentes de aceite de palma y aún no era claro cómo manejarlos de manera que no se menoscabara el ingreso de los productores. Además, los cultivos se estaban viendo afectados por un grave problema fitosanitario causado por una enfermedad de la que muy poco se conocía. Era un momento crítico para la actividad palmera y para el sector, en donde pedirle apoyo al Gobierno no era una opción real, por lo tanto, era necesario tener otra actitud, en la que el gremio, las empresas y los productores nos volviéramos capitanes de nuestro propio destino, para lo cual era necesario consolidar la gremialidad, en la que todos sumaran para sacar adelante esta agroindustria, bastante incipiente en ese entonces.

En ese tiempo, recuerdo que “ser los dueños de nuestro destino” se convirtió en un criterio rector de muchas de nuestras políticas y actividades gremiales. Fue así como asumimos una visión colectiva proactiva, con enfoque internacional, que nos permitió en el largo plazo crecer en un mundo cada día más globalizado. De cara a enfrentar los retos productivos, al igual que los propios de la comercialización en los mercados externos, se crearon Cenipalma y C. I. Acepalma S. A., luego, buscando fortalecer y ampliar la gestión sectorial, se desarrollaron el Fondo de Fomento Palmero y el Fondo de Estabilización de Precios para el Palmiste, el Aceite de Palma y sus Fracciones (FEP Palmero). Estos mecanismos contribuyeron a asegurar el compromiso colectivo, a proveer los recursos requeridos para realizar las actividades demandadas por el sector y a facilitar su dinámica exportadora.

Desde entonces, hemos seguido robusteciendo esta institucionalidad y continuado con la innovación en el diseño e implementación de estrategias que nos han llevado al punto en el cual nos encontramos hoy, con una agroindustria fortalecida, más compleja, que ha superado muchos desafíos y que tiene aún amplias oportunidades de crecimiento.

En los años transcurridos en Fedepalma he visto cómo ha crecido esta agroindustria. A principios de los 90, la palma de aceite era un cultivo desconocido para muchos, bastante exótico para la realidad agrícola colombiana, pero en 3 décadas multiplicó su área 6 veces y hoy contamos con cerca de 590.000 hectáreas, con más de 6.600 productores, de los cuales alrededor del 97 % son de pequeña y mediana escala; tenemos más de 133 alianzas productivas y estamos congregados y organizados en alrededor de 70 Núcleos Palmeros, presentes en más de 160 municipios, de 21 departamentos. El sector palmero representa el 9,1 % del PIB agrícola nacional y genera más de 190.000 puestos de trabajo directos e indirectos, con una formalidad mayor al 82 %. El valor de la producción se multiplicó por 8,5 veces, pasando de 132 millones a 1,13 billones de dólares en la actualidad; los mercados se han diversificado y las ventas en los mercados de exportación han aumentado hasta llegar a niveles cercanos al 50 % de la producción total.

Jens Mesa Dishington*, Expresidente Ejecutivo de Fedepalma

Soy testigo de excepción de que la agroindustria de la palma de aceite es una de las alternativas más promisorias de la producción agropecuaria colombiana. El aceite de palma es actualmente el más consumido en el mundo, por su gran versatilidad y por ser un producto competitivo, siendo el cultivo oleaginoso con mayor rendimiento de aceite por unidad de área, ejerciendo así menor presión sobre el uso de la tierra e igualmente demandando menor uso de fertilizante y pesticidas que las otras oleaginosas. Es un producto estrella con grandes posibilidades de desarrollo tanto en la industria alimentaria como en la no alimentaria.

De igual manera, son muchos los logros alcanzados con la institucionalidad gremial palmera, de los cuales quisiera resaltar algunos de ellos. En primer lugar, Cenipalma, que actualmente es un referente internacional en investigación y generación de tecnologías y buenas prácticas para la agroindustria de la palma de aceite. Su acompañamiento científico y técnico me permitió ver grandes avances, como fue en su momento la identificación del agente causal de la Pudrición del cogollo, la Phytophthora palmivora, hallazgo que impulsó un manejo más asertivo de la enfermedad, con la cual todavía luchamos por controlar y que sigue causando pérdidas de importancia, pero que gracias a ese acompañamiento y a los avances obtenidos no ha impedido el desarrollo del cultivo de la palma de aceite en el país. También he sido testigo del mejoramiento en la genética de los distintos cultivares y en la adopción de tecnologías novedosas, como la aplicación del ácido 1naftalenacético (ANA) en la polinización del híbrido OxG, la cual ha logrado impactar muy positivamente la formación y calidad de los racimos de fruta y por supuesto en alcanzar una tasa industrial de extracción de aceite (TEA) de más de 27 %; logrando así 10 y hasta más toneladas de aceite por hectárea/año en cultivares híbridos OxG, triplicando la productividad promedio nacional.

Pero todo este trabajo debía estar articulado con la sostenibilidad y el cuidado de nuestro entorno y fue así como enfocar los esfuerzos en esa dirección se convirtió en una directriz gremial. Los mercados demandan productos sostenibles, que tengan la trazabilidad de toda la cadena, desde el cultivo hasta el destino final, que permita asegurar unos manejos ambientales y sociales adecuados, respetuosa de los límites de la naturaleza y que valide los derechos de las comunidades y de los trabajadores vinculados a la agroindustria.

Si bien he podido ver de primera mano los estudios que corroboran que el sector palmero colombiano se ha desarrollado con un mínimo impacto en deforestación, que además le da enormes beneficios a las comunidades donde se encuentra, como generar empleo formal en el sector rural, donde la informalidad es superior al 85 %, también he sufrido, liderando el gremio, con la estigmatización que ha tenido todo el sector, en buena medida derivada de una guerra comercial global al aceite de palma, sin importar su origen, como si fuera per se un producto dañino y un cultivo deforestador. Por ello, desde la Federación impulsamos la adopción masiva de las prácticas de sostenibilidad y la búsqueda de mecanismos para su reconocimiento, como las certificaciones y esquemas complementarios, por lo cual también se creó el Programa de Aceite de Palma Sostenible de Colombia, una iniciativa que sustentará nuestro posicionamiento como un origen sostenible. Asimismo, hemos sido implacables en comunicar que el sector palmero de nuestro país está comprometido con el respeto por la naturaleza, que genera trabajo de calidad respetando los derechos humanos y que es una agroindustria incluyente que genera bienestar en las comunidades rurales. En una frase, que la agroindustria de la palma de aceite colombiana es sostenible, única y diferenciada.

Otro de los logros clave en estos años, de gran impacto en el fortalecimiento del mercado local, fue la gestión exitosa desde Fedepalma, de la mano con el Gobierno Nacional, para la creación del Programa Nacional de Biodiésel. En el marco del mismo, se ha aumentado de una mezcla B5 (2008) a B12 en la actualidad, y este segmento hoy representa para los palmicultores más de la mitad de las ventas locales de aceite. Por otra parte, se creó el programa de mercadeo del aceite de palma, que ha permitido aumentar el uso del aceite de palma colombiano en las mezclas de aceites vegetales y mejorar el posicionamiento de nuestra agroindustria dando a conocer las bondades y beneficios funcionales y nutricionales del aceite de palma.

En la labor gremial desarrollada, también se logró el fortalecimiento de presencia en las regiones, con el desarrollo de los campos experimentales en las cuatro zonas palmeras; la creación de la figura de los Delegados Gremiales Regionales; y la consolidación del Sistema de Información Estadística del Sector Palmero y del Centro de Información y Documentación (CID Palmero), que han logrado brindar información abundante, oportuna y veraz, para que los palmicultores y la gremialidad tengan más elementos y mejores argumentos para la toma de decisiones y las proyecciones a mediano y largo plazo. Dentro de estos productos de información, se encuentra la Revista Palmas, una publicación periódica de análisis especializada en la agroindustria de la palma de aceite, que ha contribuido a la difusión de información y a la transferencia de conocimiento por más de 40 años (creada en 1980).

Los palmicultores se deben sentir orgullosos de su Federación y de toda la institucionalidad que han logrado construir y que les seguirá brindando el apoyo necesario para enfrentar los diferentes retos y aprovechar las oportunidades que tenemos en el presente y en el futuro.

Tenemos unas potencialidades enormes, apenas nos encontramos en las primeras etapas del desarrollo de esta agroindustria. Colombia tiene un potencial agrícola enmarcado en su basta frontera agropecuaria que está disponible, de la cual más de cinco millones de hectáreas cuentan con la mayor aptitud para el desarrollo del cultivo de la palma de aceite. Los invito a conquistar, desde Colombia, el mundo de los aceites y las grasas, con productos sostenibles y de alta calidad para los diversos mercados y consumidores nacionales e internacionales.

 

*Jens Mesa Dishington estuvo a cargo de la Presidencia hasta el 11 de agosto de 2021 cuando asumió Nicolás Pérez Marulanda como nuevo Presidente Ejecutivo de Fedepalma.
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