Desde los años 80 nació en Japón el concepto de alimento funcional, con el fin de garantizar una mejor calidad de vida a la población dando a conocer la noción de alimentos que mejoran la salud y reducen el riesgo de contraer enfermedades.
Desde el punto de vista práctico es importante resaltar que los alimentos funcionales pueden ser naturales, pero también existen productos a los cuales se les ha incrementado o eliminado algún componente nutricional en el contenido[1].
Tipos de alimentos funcionales
De bajo valor nutritivo
Dentro de los alimentos funcionales de bajo valor nutritivo se encuentra la cebolla, ajo, utilizados como condimentos o especias en guisos. Se clasifican en este grupo por su alto contenido de flavonoides, caracterizados por su alto poder antioxidante que favorece la salud cardiovascular y el estrés oxidativo. En este grupo también se encuentra el té, que aporta polifenoles; y en forma específica, los flavonoides como el kemferol y la quercetina, que contribuyen a evitar el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.
Con buen valor nutritivo
Un ejemplo de los alimentos funcionales con un buen valor nutritivo es el yogur debido a su alto aporte de calcio, proteína, riboflavina y probióticos, que favorecen la microbiota intestinal. De igual forma, dentro de este grupo se encuentra el frijol, caracterizado por su alto contenido de proteína vegetal, fuente de fibra, fitatos, taninos y oligosacáridos no digeribles.
No convencionales
La semilla de linaza no es un alimento que se consuma de forma habitual en un plan alimentario, sin embargo, es un excelente alimento fuente de ácidos grasos esenciales como el alfa-linolénico (18:3n-3), precursor de EPA (20:5n-3) y DHA (22:6n-3), que contribuyen a la disminución del riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles, además de ser fuente de antioxidantes necesarios para la salud.
Condicionados
Un ejemplo de este grupo es el chocolate. La pasta de cacao se caracteriza por su alto contenido de polifenoles; sin embargo, el alto contenido de grasa y azúcar que usualmente acompaña a este tipo de productos sugiere que su consumo sea moderado.
Controvertidos
En este grupo se encuentra el vino y la cerveza, que aunque contienen flavonoides y otros fitoquímicos saludables, su consumo debe ser moderado. Es importante resaltar que existen diferencias entre la terminología y los conceptos de alimentos funcionales y nutraceúticos, teniendo en cuenta que un compuesto nutracéuticos se puede definir como un suplemento dietético, presentado en una matriz no alimentaria (píldoras, cápsulas, polvos, etc.) y que se presume tiene un efecto favorable sobre la salud[2].
El aceite de palma, un alimento funcional
Estudios sobre el uso del aceite de palma alto oleico en la industria alimenticia arrojan como resultado procesos de encapsulado eficiente y productos de alta estabilidad gracias a las buenas propiedades físicas de este aceite. Además, la utilización de esta técnica ha permitido generar productos a base de aceite de palma como polvos para el enriquecimiento de leches en polvo, liposomas para la liberación de compuestos en la industria nutracéutica, y nanofibras para la elaboración de empaques comestibles y biodegradables, los cuales son productos altamente funcionales y con enormes oportunidades de comercialización[3].
Referencias
[1] Beltrán, M. (2016) Alimentos funcionales. Farmacia profesional. Vol. 30, Núm. 3, Mayo-Junio.
[2] Alimentos funcionales y nutracéuticos. Emilio Luengo Fernández. Publicación: 2007. No de páginas: 82. ISBN-13: 978-84-690-3758-4
[3] Ricaurte, L., Beltrán, J., Mondragón, A., & Quintanilla-Carvajal, M. X. (2017). Conferencia Magistral: Nanoencapsulación y microencapsulación de aceite de palma alto oleico como nuevas tecnologías para el desarrollo del agro. Palmas, 38(4), 44-50.
Artículo del Boletín N° 34 de Salud y Nutrición
Consulte aquí más contenido del Boletín Trimestral Informativo de Salud y Nutrición