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Ana Isabel Jiménez Garzón: “Con la palma de aceite vamos a disfrutar el resto de vida sin sobresaltos económicos”

Foto: Esnéider Angarita Carrascal.

Por: 

Esnéider Angarita Carrascal, Comunicaciones Zona Norte  


Proveniente de la capital salinera de Colombia (Zipaquirá – Cundinamarca), Ana Isabel Jiménez Garzón de 61 años conoció la palma de aceite cuando trabajó en la Extractora El Roble S. A., hace 30 años. Para esa época, se desempeñó como la Jefe de Sistemas y de Inventarios en el Núcleo Palmero. En ese momento, conoció parte del proceso de extracción del aceite de palma y sus subproductos.

Para el año 2003 estaba el “boom” de las alianzas estratégicas en pequeños productores. Entonces, don Alfredo Lacouture llamó a mi esposo, Francisco, y le propuso que se uniera. Nosotros al principio no teníamos idea del manejo del cultivo, pero sí sabíamos sobre el proceso industrial y su rentabilidad económica. Entonces, decidimos comprar una finca en la Zona Bananera con el objetivo de pensionarnos con el cultivo de la palma.

Ana Isabel Jiménez Garzón, palmicultora Zona Norte.

Fue así como en 2004, comenzaron a sembrar Elaeis guineensis en 26 hectáreas, con apoyo del Incentivo a la Capitalización Rural (ICR) para la financiación de su proyecto. Asimismo, acceder a recursos económicos que garantizaran la sostenibilidad del cultivo hasta en su primer periodo de cosecha.

Ana Isabel Jiménez Garzón: “Con la palma de aceite vamos a disfrutar el resto de vida sin sobresaltos económicos”
Foto: cortesía

Al principio, en 2006 cosechábamos alrededor de 5 toneladas mensuales por hectárea. En 2018, alcanzamos las 24 toneladas por hectárea año. Luego, por medio de capacitaciones y días de campo de Cenipalma y del Núcleo Palmero, conocimos los beneficios de implementar buenas prácticas: la poda, el kudzú, el corte de la hoja de la palma e información importante para conservar la humedad en el suelo del cultivo.

Ana Isabel Jiménez Garzón, palmicultora Zona Norte.

Sin embargo, en 2020 la pandemia del COVID-19 y la Pudrición del cogollo (PC) fueron los detonantes. Ana Isabel cuenta que, aunque recibieron todas las herramientas para tener un buen manejo fitosanitario del cultivo, la implementación de las rondas de manejo y control de la enfermedad no fueron suficientes. La PC arrasó con casi toda su plantación. Además, comenta que escuchaba que la enfermedad nunca iba a llegar a la Zona Norte.

A pesar de esta situación, Ana Isabel y Francisco, siguen en pie con la idea de seguir siendo palmicultores y generar patrimonio para los años venideros. “Este cultivo es un buen negocio y tenemos las ganas de volverle apostar, porque vamos a disfrutar el resto de vida sin sobresaltos económicos” destacó.

En 2023, inició el proceso de renovación y nuevas siembras con cultivares híbridos OxG junto a 31 productores afectados por la PC, quienes han creado la Asociación Agropecuaria de Pequeños Palmicultores del Magdalena (ASOPALMA – ZB); un grupo interdisciplinario que tiene la premisa de seguir trabajando en lo que más les gusta: ser palmicultores.

Borrón y cuenta nueva. Ahora sabemos que debemos ser más juiciosos para ser más productivos con el propósito de vivir bien. Debemos ser disciplinados y ponerle berraquera a este negocio. No es solo ponerle agua, es tener cuidado para que el cultivo prospere.

Ana Isabel Jiménez Garzón, palmicultora Zona Norte.

Actualmente, ASOPALMA – ZB es la primera asociación de responsabilidad individual en Zona Bananera (Magdalena) que está gestionando a través del Banco Agrario la consecución de créditos para reactivar nuevamente la producción de aceite de palma y seguir generando empleos en la región.

Como mujer, estoy convencida de que este cultivo nos da las posibilidades para ser autónomas económicamente y crear proyectos sostenibles en beneficio de nuestras familias.

Ana Isabel Jiménez Garzón, palmicultora Zona Norte.
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