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El cultivo se alimenta con buen amor

La historia de Luis Artemio Oliveros

Para Luis Artemio, las mejores prácticas agrícolas son un aliado para el palmicultor.

Han sido 30 años, de sus 43, que ha trabajado la palma. Luis Artemio Oliveros Moya la conoce y ha laborado en ella incluso cuando la Tenera todavía estaba en furor en Tumaco, Nariño, en la finca ubicada en Imbilí La loma. Fue así como le tocó vivir la muerte de los cultivos por causa de la Pudrición del cogollo (PC) y, por si fuera poco, la avalancha que ocurrió por el desbordamiento del río Mira. “No quedó nada, ya estábamos angustiados por la enfermedad de la palma y después llegó esto, fueron épocas muy duras”. Sin embargo, su padre, Ananías Oliveros Valencia, que buscaba una salida a la situación, les dijo a Luis y a sus hermanos que se afiliaran a la Asociación de Agricultores la Fortaleza Agrofortaleza El Mira, y que cultivaran híbrido.  

Esta resolución no fue por una idea espontánea de Ananías, pues en Santa Helena, planta de beneficio a la que llevaba el fruto, ya le estaban contando sobre la posibilidad de cultivar este tipo de palma. Por esta razón, y sin nada que perder, decidieron aventurarse a un nuevo cultivo. “En 2009 pedimos un crédito y nos asociamos, y aunque al inicio no nos fue muy bien porque la palma que nos dieron no era tan buena y los precios estaban muy bajos, lo que en algún momento nos hizo pensar en desistir, surgían soluciones que nos hacían continuar”, explica Luis Artemio.  

Todo cambió con la llegada del ácido naftalenacético (ANA) que, según Luis, vino a salvar a la palma y a sus propietarios. Después, la cosa mejoró con el repunte de los precios, que desde hace 2 años empezaron a subir, lo que le ha traído estabilidad a su familia y a sus hermanos. Heredó 5 de las 36 hectáreas, después de que su padre falleciera, a las que le ha sacado mucho provecho, pues tuvo la oportunidad de mejorar su casa (antes era de madera y ahora es “de material”), sus dos hijos mayores se graduaron del colegio, y la menor está en décimo grado, y hace poco adquirió una nueva hectárea que ya sembró con palma.  

Luis Artemio está convencido de que la tecnología y las mejores prácticas agrícolas son de gran importancia para tener un cultivo bueno y próspero. “El tema de la barrera física, la fertilización, la limpia, las coberturas, todo eso permite mejorar la plantación y tener mayor productividad”, asegura. Esta manera de pensar ayudó a que obtuviera el Premio al Productor de Pequeña Escala con Mejor Productividad 2021 de la Zona Suroccidental, un reconocimiento a su labor y a la constancia que ha tenido.  

A lo largo de su vida, han sido muchos “ires y venires” que lo han llevado a tener un negocio de éxito al cual le tiene mucha fe. El apoyo que ha recibido de su familia, de su esposa, Luz Marina Montaño, y de sus hijos ha sido un motor muy grande en su vida. Para Luis Artemio, hay que ponerle al cultivo buen amor porque así mismo este va a devolver con creces, “eso es como todo, con la familia, con la esposa, si uno da cariño, eso es lo que va a recibir”. Por ahora sigue trabajando la tierra junto con su único hijo varón, que lo apoya cuando no está estudiando la carrera técnica en Tumaco, y aunque también cultiva plátano y otros productos, sabe que con la palma tiene una plantación estable y a largo plazo, algo que lo llena de mucha tranquilidad.     

Para Luis Artemio, las mejores prácticas agrícolas son un aliado para el palmicultor.
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