Información del sector palmero colombiano - Fedepalma

Maritza Camargo, un símbolo de pasión por la palmicultura

La palmicultora destacado de este mes.

Foto: Fedepalma

Por: 

Mónica Silva, Colaboradora de Fedepalma
Gabriel Alejandro Molano Rojas,
Especialista de Publicaciones


Las mujeres que trabajan en el sector de la palma en el país cada vez son más protagonistas por su dedicación y grandes aportes al gremio. Una de ellas, que se destaca por un espíritu visionario lleno de entusiasmo, amor, optimismo y solidaridad, es Arlene Maritza Camargo Pérez, una pequeña palmicultora de Tibú, Norte de Santander.

Maritza de la mano del Área Social de Fedepalma, desarrollaron el ‘Plan Padrino’ trabajo que, mediante capacitaciones sobre proceso de contratación, exámenes de ingreso, entre otros aspectos, buscan cerrar la brecha de formalización en la agroindustria. Planteando un modelo que vincula a un familiar del productor que domine herramientas de oficina y un computador, y que estuviera pendiente de realizar las respectivas afiliaciones a la seguridad social.  

Maritza Camargo ha participado activamente en esas capacitaciones desde sus inicios. Y, ahora, luego de la puesta en marcha de este programa, una vez el equipo de Fedepalma orienta a los interesados sobre la estructura de la formalización, esta palmicultora es una pieza clave con la supervisión y formación de personas. 

Maritza Camargo, un símbolo de pasión por la palmicultura
Foto: Fedepalma

Un amor por la palma de aceite desde la infancia 

Llegué al mundo de la palma a través de mi papá, cuando la palmicultura llegó a Tibú, esta arribó con un proyecto que inicialmente se enfocaba en sustitución de cultivos ilícitos. Esa idea hizo que la palma pudiera llegar a productores pequeños, porque todos sabemos que es difícil llegar a la palma por los costos que tiene, y había proyectos que lo permitían. Mi papá fue el primero que sembró palma; yo estaba estudiando y en nuestras vacaciones íbamos a conocerla y ahí empezamos. Desde ese momento, mis hermanos, tíos, mi mamá y papá, y yo, tenemos cultivos de palma.

En su finca ‘Nuestro retoño’, en honor a su hija de 9 años, quien es parte fundamental de su vida, junto con su esposo, ubicada en la vereda Miraflores, en el municipio de Tibú, actualmente tiene sembrado 8.5 hectáreas de palma en producción, siembra que data de 2019.

La palma a mí me enamora desde la raíz hasta el tallo si pudiéramos describirlo literalmente. A mí me enamora de la palma los cambios que ha hecho en la vida de las personas. Me cautiva que sea un cultivo donde se le permita al trabajador, al productor y a un campesino incorporar estrategias que busquen el bienestar del trabajador. No es porque es del campo, usted no entrega elementos ni da capacitación. Ese es un cultivo que ha permitido, por su organización, y por todo lo que se tiene, que sea responsable con el trabajador.

El valor de la mujer en la agroindustria

Con toda una vida evidenciando la labor que las mujeres han hecho hombro a hombro junto con sus esposos y compañeros de trabajo, Maritza exalta con pleno conocimiento que hay mujeres que cosechan, guadañan y hasta podan. Hoy van al campo y la meten toda por hacer cualquier actividad; también hay mujeres que no se les facilita ese tipo de trabajo, pero pueden brillar en la palmicultura. Entonces, la mujer palmera de hoy es la que va y trabaja, es aquella que coordina, organiza y lidera equipos, para que todo ese trabajo físico que hay detrás se vea recompensado en la organización”.

Maritza Camargo, un símbolo de pasión por la palmi
Foto: Fedepalma

Debido a este reconocimiento hacia las mujeres que labran el desarrollo del campo colombiano, uno de los grandes sueños de Maritza es tener la posibilidad de trabajar con las esposas de los trabajadores en diferentes regiones de Colombia. 

Quiero que las esposas de los trabajadores también se sientan parte de la palmicultura, porque ellas están allá, haciendo sus deberes en la casa, y no trabajan con la palma, pero en realidad sí lo hacen indirectamente, porque ellas son las que hacen que sus esposos puedan llegar a los cultivos y hacer sus trabajos”. 

Como una manera de visibilizar su verdadero valor y aporte, y empoderarlas, Maritza está trabajando en un emprendimiento llamado ‘Alma Ya, en el cual, las mujeres palmicultoras realizan, en sus tiempos libres, prendas, accesorios, cuadros y productos, todos derivados de la palma.

“La idea es que puedan trabajarlos y transformarlos en piezas que podamos exhibir en el campo y en la ciudad. Ese es mi gran sueño, y que tengamos sedes en diferentes zonas de Colombia, y que podamos exportarlos. Y lo vamos a hacer, manifiesta Maritza con mucha ilusión y, como lo ha demostrado con otras iniciativas, seguramente así lo hará. 

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