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Operación del riego por aspersión: estrategias para mejorar la eficiencia del sistema y aumentar la productividad

Foto: archivo

Por:

Arley David Zapata Hernández, Asistente de Investigación I
Nolver Atanacio Arias Arias,
Investigador titular. Coordinador programa de Agronomía


En Colombia, tres de las cuatro zonas palmeras experimentan un periodo seco pronunciado que varía de 2 a 8 meses al año, con déficits hídricos que fluctúan entre 200 – 1100 mm anuales. El cultivo de palma de aceite ha sido objeto de estudios que demuestran una reducción de la productividad de 2.6 t/ha/año por cada 100 mm anuales de déficit hídrico y con el fin de suplir los requerimientos hídricos de este cultivo y optimizar el uso eficiente del recurso, se han implementado sistemas de riego por aspersión, los cuales se caracterizan por su alta eficiencia.

Aunque los sistemas de riego por aspersión (figura 1) pueden tener un costo de implementación hasta 6 veces mayor en comparación con los sistemas de riego superficial, como la inundación, los surcos o las melgas, representan la opción más viable tanto desde una perspectiva ambiental como económica, y tienen un impacto significativo en la productividad del cultivo.

Sistema de riego por aspersión en palma
Figura 1. Sistema de riego por aspersión en palma.

Sin embargo, a través de investigaciones llevadas a cabo por Cenipalma, se ha identificado que algunas plantaciones que han invertido en la implementación de estos sistemas no han logrado un aumento en la productividad del cultivo. Una de las principales causas de esta problemática radica en la operación inadecuada de los sistemas de riego, los cuales no están supliendo el déficit hídrico presente en el cultivo. Como resultado, no se obtiene el beneficio esperado de la implementación de estos sistemas en términos de aumento en los rendimientos y la productividad.

A modo de resumen, se presentan una serie de aspectos clave que deben ser considerados para lograr una correcta operación de los sistemas de riego y obtener los beneficios esperados (figura 2):

Operación del riego por aspersión
Figura 2. Claves en el manejo eficiente de sistemas de riego eficientes.
  1. Preparación para la época de riego: es crucial la planificación de la labor de riego en el cultivo y así garantizar que los recursos necesarios estén en los momentos adecuados para la operación del riego.
  2. Inicio oportuno de la temporada de riego: cuando se empieza el riego tarde, los sistemas de riego generalmente no tienen la capacidad de reponer la cantidad de agua que se ha perdido en los días previos a la operación, por lo cual el cultivo puede entrar a un estado de déficit hídrico.
  3. Mantenimiento y reparación: para que el sistema de riego funcione adecuadamente, hay que revisarlo periódicamente, arreglar las fugas, limpiar los filtros, verificar los instrumentos y los emisores, y mantener el sistema de bombeo en buen estado.
  4. Uso de emisores de adecuados: que garanticen la uniformidad y la pluviosidad requerida.
  5. Garantizar el sistema de bombeo adecuado: esta es la principal causa de falla del riego. Para evitar interrupciones en el riego, se han implementado estrategias como bombas de respaldo y transformadores con contadores que aseguran una operación continua y estable.
  6. Tener en cuenta los turnos de riego establecidos en el diseño: cambios en la configuración de los turnos de riego establecidos puede afectar la eficiencia del sistema de riego, fallas en la operación y por lo tanto la cantidad de agua aplicada al cultivo.
  7. Verificar la presión de operación del sistema y el caudal de los emisores: controlar la presión y caudal del sistema permite garantizar los volúmenes adecuados de agua, la uniformidad del sistema, detectar fallas, permitiendo tomar medidas correctivas oportunamente.
  8. Estimar la eficiencia del sistema de riego: permite determinar la cantidad de agua suministrada que realmente se utiliza para el crecimiento de las plantas. Este análisis identifica áreas de mejora y optimiza el uso del agua, maximizando la productividad y minimizando el desperdicio.
  9. Uso del balance hídrico y monitoreo de la humedad del suelo: es una herramienta que debería ser de uso permanente en el cultivo, sirviendo como apoyo para cuantificar la cantidad de agua a aplicar y realizar la programación del riego. Se sugiere tener en cuenta aspectos como el tipo de cultivar, edad y tipo de suelo.
  10. Frecuencia de riego: el cumplimiento de la frecuencia de riego es de vital importancia para mantener el cultivo con las condiciones de humedad adecuadas.
  11. Estimación de la lámina de riego y el tiempo de riego: es importante tener en cuenta que las necesidades de agua pueden variar día a día. Por lo tanto, es fundamental realizar ajustes para asegurar una aplicación adecuada de agua y mitigar cualquier déficit hídrico. Para lograr esto, es clave utilizar herramientas como el balance hídrico diario o sensores de humedad en el suelo. Estas herramientas permiten monitorear y adaptar la cantidad de agua necesaria en cada jornada de riego.
  12. Registro de las láminas de riego aplicadas, tiempos de riego y parámetros de operación del sistema: esta práctica permite cuantificar y verificar si la cantidad de agua aplicada al cultivo fue la adecuada, permitiendo realizar ajustes a la operación facilitando la toma de decisiones en cuanto al riego y optimizando el uso eficiente del recurso hídrico.
  13. Uso de medidores de flujo: permiten cuantificar el consumo de agua total en un periodo de tiempo dado y verificar si el consumo real se ajusta al planificado.
  14. Consolidación y análisis de la información: la consolidación y el análisis de la información recopilada son etapas fundamentales en el manejo de sistemas de riego. Es evidente que la implementación de estos sistemas tiene un impacto directo en la productividad del cultivo. Por lo tanto, es necesario llevar a cabo un análisis exhaustivo de la operación del riego para cuantificar su impacto real y verificar si se cumplen los objetivos planificados. Este análisis permite identificar posibles desviaciones entre los resultados obtenidos y las metas establecidas, lo que a su vez facilita la toma de decisiones informadas. Con base en estos hallazgos, se pueden realizar ajustes y mejoras en la operación del sistema de riego para optimizar su eficiencia y maximizar los beneficios en términos de productividad.
  15. Formación: de técnicos y personal que opera el riego es básica para un adecuado uso del sistema y obtener los beneficios esperados.

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