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Nutrientes antioxidantes en la prevención del cáncer

Foto: pexels.com
Por:

Claudia Angarita, Nutricionista clínica.
Artículo del Boletín N° 40 de Salud y Nutrición

Este artículo hace parte de los productos de divulgación del proyecto de inversión Investigación en la agroindustria de la palma de aceite del Fondo de Fomento Palmero, administrado por Fedepalma.

El cáncer es la principal causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, OMS. En 2020 se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones, es decir, una de cada seis de las que se registran. Los tipos de cáncer más comunes son el de mama, pulmón, colon y recto y próstata. Existen múltiples causas, entre las más comunes están el consumo de tabaco y de alcohol, el exceso de peso, una ingesta baja de frutas y verduras, y el sedentarismo. Infecciones orgánicas como el virus de la hepatitis o el papiloma humano ocasionan otros tipos de cáncer, especialmente en población de ingresos bajos y medianos. Muchos casos pueden prevenirse si hay un cambio en la alimentación y un consumo adecuado de nutrientes, entre ellos los antioxidantes; y otros tantos se pueden curar si se detectan a tiempo y se tratan eficazmente.

Un antioxidante es una sustancia que se encuentra intrínseca en los alimentos, y que puede evitar efectos adversos de especies reactivas sobre las funciones fisiológicas normales en humanos. Es una molécula capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas. La oxidación es una reacción química de transferencia de electrones de una sustancia a un agente oxidante, que suele producir radicales libres que dañan las células. Los antioxidantes terminan estas reacciones e inhiben otras, oxidándose ellos mismos, protegiendo a la célula contra el daño causado por los radicales libres. El uso del oxígeno en la respiración celular permite obtener una cantidad de energía mucho mayor que la que proporciona la vía anaeróbica. Sin embargo, genera metabolitos tóxicos, denominados especies reactivas del oxígeno (ERO), requiriendo el desarrollo de mecanismos antioxidantes. Cuando las ERO, potencialmente dañinas para las biomoléculas, se incrementan y superan la capacidad de dichos mecanismos de defensa, se desarrolla el estrés oxidativo (EO) ocasionando diversas enfermedades, entre ellas el cáncer.

Las ERO pueden tener efectos nocivos a nivel celular, como la oxidación de ácidos grasos poliinsaturados y de aminoácidos en las proteínas, y perturbaciones al ADN. Para prevenir la aparición de radicales libres o ERO mediante la alimentación, hay que tener en consideración dos factores: evitar ingerir alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares, grasas trans y bebidas alcohólicas, y aumentar aquellos que aportan sustancias antioxidantes como las verduras, frutas, leguminosas y aceites capaces de reforzar los sistemas de protección del organismo.

Vitamina E

Es un nutriente liposoluble presente en muchos alimentos. En el cuerpo actúa como antioxidante, al proteger a las células contra los daños causados por los radicales libres. El organismo necesita la vitamina E para estimular el sistema inmunitario, a fin de que pueda combatir las bacterias y virus que lo invaden. Ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y evitar la formación de coágulos de sangre en su interior. Además, las células la emplean para interactuar entre sí y cumplir numerosas funciones importantes.

A diferencia de otras vitaminas, que presentan una sola estructura química, bajo el nombre de vitamina E se agrupan dos conjuntos de compuestos químicamente muy similares: los tocoferoles (TF) y los tocotrienoles (T3E). Su papel se divide en funciones como antioxidante y las no relacionadas con estas. Dentro de las primeras, podemos decir que el daño oxidativo en el cuerpo se defiende a través de una red en la que la vitamina E juega un rol central, siendo así que el a-TF es reconocido como el principal compuesto liposoluble antioxidante del cuerpo humano. En cuanto a las segundas, los T3E han demostrado que anulan el crecimiento de células cancerígenas mamarias, de colon, hígado, pulmón, estómago, piel, páncreas y próstata.

La mayoría de los estudios indican que la vitamina E no ayuda a prevenir el cáncer, e incluso podría ser dañina en algunos casos. Por ejemplo, en concentraciones elevadas no ha reducido de forma sistemática el riesgo de cáncer de colon y de seno. Una investigación a gran escala halló que la ingesta de suplementos de esta vitamina (180 mg/día [400 UI]) durante varios años, aumentó el riesgo de cáncer de próstata en los hombres. Dos estudios en hombres y mujeres de mediana edad determinaron que dosis adicionales (201–268 mg/día [300–400 UI] en promedio) no los protegió contra ningún tipo de cáncer. Sin embargo, otra investigación estableció un vínculo entre el uso de suplementos de vitamina E durante 10 o más años, y un menor riesgo de muerte a causa del cáncer de vejiga. Los suplementos dietéticos de vitamina E y otros antioxidantes podrían interactuar con la quimioterapia y la radioterapia. Así, las personas que reciben estos tratamientos deben consultar con su médico u oncólogo antes de tomarlos, en especial en concentraciones elevadas.

Carotenos

Se encuentran en la naturaleza como pigmentos naturales liposolubles de numerosas frutas y verduras, y se caracterizan por poseer una larga cadena poliisoprénica. Los carotenos son los hidrocarburos de esta familia que corresponden a la fórmula C40H56, como, por ejemplo: licopeno (Figura 1), con dobles enlaces trans, si bien existen isómeros con algunas uniones cis.

Estructura química del licopeno
Figura 1. Estructura química del licopeno.

Los carotenoides oxigenados, como alcoholes y epóxidos, se conocen como xantófilas, por ejemplo: luteína, violaxantina.

De los aceites vegetales ampliamente consumidos, el de palma tiene las más altas concentraciones conocidas de carotenoides derivados agronómicamente.  En realidad, el aceite crudo de palma es la fuente vegetal natural más rica en carotenoides en términos del equivalente de retinol (provitamina A). Contiene de 15 a 300 veces más de este que las zanahorias, las hortalizas de hoja verde y los tomates.

Durante mucho tiempo se ha demostrado que el 3- caroteno (así como el a-caroteno y el licopeno,) es un eficiente sosegador de oxígeno “singlet” y como tal es un antioxidante efectivo.

Estudios epidemiológicos, en la década de los ochenta, también relacionaron el 3-caroteno con la prevención de ciertos tipos de cáncer como el oral, faríngeo, pulmonar y estomacal. Siguiendo esta línea, el Instituto Nacional de Salud de Colombia, lo ha identificado como uno de los primeros 10 agentes que evitan dicha enfermedad.

Un gran número de investigaciones epidemiológicas observacionales, han evidenciado consistentemente que las personas que comen más frutas y verduras, que son ricas en carotenoides, y las que poseen más altos niveles séricos de b-caroteno, tienen menor riesgo de padecer cáncer especialmente el de pulmón.

Otras, sugieren que el consumo de licopeno ofrece un efecto beneficioso en la salud humana al reducir la incidencia de las patologías cancerosas, sobre todo de pulmón y tracto digestivo, y en el caso del hombre en la próstata. Giovannucci et al., realizaron un estudio con 48.000 sujetos durante seis años, y concluyeron que el consumo frecuente de tomate y/o subproductos, redujeron en un 45 % las posibilidades de desarrollar este tipo de cáncer. Otros beneficios reportados son la reducción en enfermedades cardiovasculares (ECV).

 

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Artículo del Boletín N° 40 de Salud y Nutrición

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